La adopción global de las monedas digitales, impulsada significativamente por Bitcoin, ha sido objeto de escrutinio luego de un nuevo estudio de las Naciones Unidas que destaca los perjuicios ambientales relacionados con la minería de criptomonedas, que se extienden más allá de las frecuentemente citadas emisiones de carbono para abarcar los impactos en el agua y la tierra. Este estudio, realizado por el Instituto Universitario de las Naciones Unidas para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud (UNU-INWEH), profundiza en las actividades de 76 naciones involucradas en la minería de Bitcoin durante el período de 2020 a 2021, y presenta un panorama preocupante de degradación ambiental.
Fundamentos ambientales de la minería de Bitcoin
La investigación delinea una huella de carbono sustancial como resultado de las empresas mineras globales de Bitcoin, con un consumo de energía que alcanzó los 173,42 teravatios hora durante el período antes mencionado. De manera análoga, si Bitcoin fuera una entidad soberana, su uso de energía superaría al de Pakistán, una nación que alberga a más de 230 millones de habitantes. Las emisiones de carbono resultantes de este gasto energético se comparan con la quema de 84 mil millones de libras de carbón o las emisiones operativas de 190 centrales eléctricas alimentadas con gas natural. Para contrarrestar esta huella de carbono, sería necesario un esfuerzo de reforestación que implicara la plantación de 3.900 millones de árboles, en un área similar a los Países Bajos, Suiza o Dinamarca.
Las exigencias medioambientales de la minería de Bitcoin se extienden a los recursos hídricos, y el volumen de agua implicado en estas operaciones es suficiente para llenar más de 660.000 piscinas de tamaño olímpico. Esta cantidad de agua podría, alternativamente, satisfacer las necesidades de agua doméstica de más de 300 millones de personas que residen en las zonas rurales del África subsahariana. La superficie terrestre ocupada por las actividades mineras de Bitcoin a nivel mundial durante este período se cuantifica en 1,4 veces la extensión de Los Ángeles.
Dependencia de combustibles fósiles y disparidades geográficas
El estudio acentúa la gran dependencia de la minería de Bitcoin de los combustibles fósiles, ya que el carbón constituye el 45% de la combinación energética, seguido del gas natural con el 21%. A pesar de la categorización de la energía hidroeléctrica como fuente de energía renovable, su utilización en la minería de Bitcoin, que cubre el 16% de la demanda de electricidad, conlleva notables implicaciones hídricas y ambientales. Además, la energía nuclear proporciona el 9% de las necesidades eléctricas, mientras que la energía solar y la eólica aportan apenas el 2% y el 5% respectivamente.
China, a pesar de las recientes intervenciones gubernamentales que redujeron su participación en la minería de Bitcoin del 73% en 2020 al 21% en 2022, sigue siendo un actor predominante, lo que requiere la plantación de alrededor de 2 mil millones de árboles para compensar sus emisiones de carbono derivadas de la minería de Bitcoin durante 2020-2021. Después de China, Estados Unidos, Kazajstán, Rusia, Malasia, Canadá, Alemania, Irán, Irlanda y Singapur se identifican como naciones líderes en minería de Bitcoin. La dicotomía del precio de la electricidad, ejemplificada por el hecho de que el precio de la electricidad en Kazajstán es tres veces más barato que el de Estados Unidos, subraya el atractivo financiero de la minería de Bitcoin en países con costos de energía más bajos, aunque con un costo ambiental significativo.
Convocatoria de intervenciones regulatorias y tecnológicas
El profesor Kaveh Madani, director de UNU-INWEH, y el Dr. Sanaz Chamanara, autor principal del estudio, subrayan la necesidad apremiante de marcos regulatorios e innovaciones tecnológicas para mejorar las repercusiones ambientales de la minería de Bitcoin. Si bien las monedas digitales albergan el potencial de revolucionar el entorno financiero global, las ramificaciones ambientales requieren atención urgente para garantizar una trayectoria sostenible. El estudio aboga por la exploración de monedas digitales más eficientes energéticamente y por el reconocimiento de los impactos transfronterizos y transgeneracionales inherentes a las actividades de minería de criptomonedas.
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